jueves, 17 de septiembre de 2015
El Gallo de La Catedral
Cuando Quito era una ciudad llena de misterios, cuentos existía un hombre de fuerte carácter, le tentaban las apuestas, las peleas de gallos, la buena comida y sobre todo le encantaba la bebida. Este hombre era conocido como don Ramón Ayala y apodado el "buen gallo de barrio".
Dentro de su día tenía la costumbre de visitar la tienda de doña Mariana, por sus deliciosas mistelas, en el tradicional barrio de San Juan.
Dicen que la doña era muy bonita y trataban de impresionarla todos los hombre de alguna manera.
Don Ayala después de sus acostumbradas borracheras, gritaba con voz estruendosa que el era el era el más gallo de barrio y que ninguno lo ningunea a él.
Caminando hacia su casa que se ubicaba a unas pocas cuadras de la Plaza de la Independencia, decide pararse frente a la Catedral y así se enfrenta al gallo de la Catedral, diciendo:"¿Qué gallos de pelea, ni que gallos de iglesia", !Soy el más gallo!, !Ningún gallo me ningunea!, !Ni el gallo de la Catedral!
Se dice que los gritos de don Ramón podía acabar con la paciencia de cualquiera, acercándose al lugar del diario griterío, vuelve don Ramón, ebrio, pero esta vez sintió un golpe de aire, en un primer momento pensó que era su imaginación, pero al no ver al gallo en su lugar habitual le entró un poco de miedo, pero como un buen gallo se paró desafiante. El gallo con un picotazo en la pierna lo tiró en el suelo de la Plaza Grande.
Don Ramón entre el susto y el miedo pidió perdón a la Catedral y a su gallo, pero este le dijo que prometiera que nunca volviera a tomar miselas y él le contestó que ni agua volverá a tomar.
Desde ese día, algunas persona que lo conocían, dijeron que nunca volvió a tomar y se volvió una persona seria y responsable.
Dicen personas que vivían en la época que esto solo se trataba de una broma hecha por los amigos de don Ramón y el sacristán de la Catedral para cambiar su conducta
El Sapo de Kuartam
Esta es la leyenda de un shuar que salía de cacería, al estar entre la espesa arboleda, imitó en canto del sapo Kuartam, que vive en los árboles, "Kuartam-tan, "Kuartam-tan", lo retó en medio de la noche sin importarle que le podía ocurrir, pero no le pasó nada.
El shuar siguió retándolo con gran insistencia, diciendo: "Kuartam-tan, Kuartam-tan, a ver si me comes" y rió.
Su mujer en varias ocasiones lo advirtió, diciendo que se puede transformar en un tigre. No hizo caso a su sugerencia. Kuartam, el sapo convertido en felino, se lo comió. Su ataque fue tan extraño ya que no se pudo escuchar nada sobre dicho ataque, solo se pudo saber que apareció la mitad del cuerpo del shuar.
Al amanecer la muchacha decidió matar a Kuaratm. Llegó hasta el árbol donde habitaba el sapo y lo tumbó. Al caer el árbol mató a Kuartam, que se había convertido en un sapo con un inmenso estómago.
La mujer decidida a cortarle la panza, en su interior encontró pedazos de su amado esposo.
Esta venganza no le pudo devolver a su esposo, pero la mujer pudo contar que no es bueno imitar el canto de Kuartam.
A lo lejos se puede escuchar "Kuartam-tan,Kuartam-tan", sin saber si es un sapo o un shuar a la espera de un tigre.
Mama Guada
En esta Cuenca maravillosa, afortunada por su entorno y su gente, vivía una mujer, propietaria de una cantina apartada, a quién llamaban Mama Guada.Sin duda representa nuestro motivo de orgullo y complacencia, debido a que de acuerdo a lo que cuentan nuestros abuelos, fue la única persona que ha existido en este mundo que pudo engañar al diablo.
Ante la incredulidad de las personas y según la leyenda, el diablo siempre está detrás de cada persona. A nuestras espaldas, acechándonos, astuto y rápido para esconderse y desaparecer, cuando nos damos la vuelta; burlándose de esta manera de cada mortal.
Este personaje siniestro, por doquier acudía a este mundo, para llevarse las almas de los pecadores.
Mama Guada, que sospechaba de las habilidades del diablo y que conocía sus intenciones, un día se dio cuenta que el mismo se encontraba cerca de su cantina; en búsqueda del alma perdida de un hombre que ya bebía aguardiente algunos días y que había abandonado su casa.
La mujer esperó el momento oportuno y para sorpresa del diablo, salió de su escondite, sin darle tiempo a que reaccione.
El diablo exhausto y asustado, interrogó a la mujer, que ¿cómo se llamaba?, que ¿quién era?, contestando la misma ¡Mamá Guada!
No podía salirse del asombro!, nadie antes había conseguido engañarle y descubrirle.
Mamá Guada no contenta, aprovechó la oportunidad para reprocharle, humillarle y hacerle ver lo mal que se había portado y las maldades que cometía, para que reflexionara.
El diablo agachó la cabeza, se sentó en una silleta, avergonzado y cabizbajo, estaba sudando y enrojecido.
Se cubrió el rostro con las manos, casi lloraba, hasta que imploró para que Mamá Guada, callara en sus acusaciones.
Mamá Guada, hábilmente le hizo prometer al diablo que desde ese instante tendría que ser más benevolente, un poco más comprensivo y que sólo así podía irse y regresar al infierno con un poco de calma… El diablo apenas pudo, salió a carreras.
Desde ese entonces, cuentan que el diablo es menos malo y que no se le ha vuelto a ver más rondando por las inmediaciones del pueblo.
El Huacay-Siqui
La referencia de este ser zoomorfo proveniene del norte de la provincia de Pichincha.
Según cuenta la historia, el huacay sinqui es un joven que tenia una madre muy enferma. El la cuidaba todas las noches, sin embargo una de esas noches se retiro de la compañía de su madre para comprar remedios, pero en el camino se topo con una muchacha de quien estaba enamorado, que precisamente lo invito a un baile, él erradamente aceptó olvidando completamente a su moribunda madre, entonces durante la fiesta se le acercaron para avisarle que su madre había fallecido, a lo que él respondió casi sin importancia "ya habrá tiempo de llorar". Así entonces como Tupa, el dios supremo, se enojo tanto con el, luego de ver su poco valor sentimental hacia su madre lo castigo convirtiéndole en una ave que llora durante las noches.
Los campesinos mestizos e indígenas lo describen como un ave que sale de las quebradas a las seis de la tarde y emite un canto lúgubre parecido al llanto humano. En sus recorridos ataca a las personas ocasionándoles accidentes, y cuando encuentra a su paso prendas y pañales de niños que están secándose fuera de las casas, los mira y los niños se vuelven llorones, según dicen.
Por esta razón se toman precauciones para que estas prendas no queden afuera de las casas después de dicha hora. Además se rumorea que el Chiflon es tan pequeñito que especialmente cuando hace frío se vuelve presente, para poseer el cuerpo de aquel hombre o aquella mujer que sienta frío extremo para hacerle una que otra bromita. Por eso en Pichincha, por lo general es muy común escuchar decir a las abuelitas recomendaciones como "abrigate bien hijito, para que no te agarre el Chiflon".
LA BELLA AURORA
Esta es una de las leyendas más famosas de la ciudad de Quito. Y, según cuenta la historia, todo empezó en la Plaza de La Independencia cuando allí aún no existía ningún monumento.
En este lugar vivía Bella Aurora, una hermosa joven que asistió con sus padres a una corrida de toros.
Según cuentan quienes asistieron a esa corrida, nadie sabe de dónde salió un toro negro que se acercó a Bella Aurora de manera muy extraña. La observó fijamente e hizo que la niña espantada se desmayara del miedo.
Sus padres desesperados salieron inmediatamente del lugar, llevándola a su hogar y pidiendo ayuda a un doctor que no se explicaba el por qué Bella Aurora no podía reaccionar desde aquel susto.
El toro al no ver a la niña en la Plaza, saltó la barrera dirigiéndose a la casa 1028, donde vivía Bella Aurora.
El animal entró en su casa y lleno de furia tumbó la puerta de su habitación.
La joven, que aún continuaba en un estado de nervios, solo alcanzó a gritar y él la embistió, acabando con su vida.
Hasta ahora nadie sabe de dónde salió ese extraño toro y por qué atacó a la niña. Al parecer ese será un mito que nunca podremos descubrir.
LA OLLA DEL PANECILLO
Se dice que en Quito había una mujer que todos los días llevaba su vaquita al Panecillo para que pudiera comer ya que no tenía un potrero donde llevarla.Un buen día, mientras recogía un poco de leña, dejó a la vaquita cerca de la olla pero a su regreso ya no la encontró. Muy asustada, se puso a buscarla por los alrededores.
Pasaron algunas horas y la vaquita no aparecía. En su afán por encontrarla, bajó hasta el fondo de la misma olla y su sorpresa fue muy grande cuando llegó a la entrada de un inmenso palacio.
Cuando pudo recuperarse de su asombro, miró que en un lujoso trono estaba sentada una bella princesa que al ver allí a la humilde señora, le preguntó sonriendo:
-¿Cuál es el motivo de tu visita?- ¡He perdido a mi vaca! Y si no la encuentro quedaré en la mayor miseria. Contestó la mujer llorando.La princesa, para calmar el sufrimiento de la señora, le regaló una mazorca y un ladrillo de oro. Además, la consoló asegurándole que su querida vaquita estaba sana y salva.La mujer agradeció a la princesa y salió contenta con sus obsequios. Pero, cuando llegó a la puerta, se llevó una gran sorpresa al ver a su vaca de regreso. -¡Ahí está mi vaca! Gritó la mujer muy contenta.
Y fue así como la mujer y la vaquita regresaron a su casa luego de esa inolvidable aventura que quedó escondida en la Olla del Panecillo.
Pasaron algunas horas y la vaquita no aparecía. En su afán por encontrarla, bajó hasta el fondo de la misma olla y su sorpresa fue muy grande cuando llegó a la entrada de un inmenso palacio.
Cuando pudo recuperarse de su asombro, miró que en un lujoso trono estaba sentada una bella princesa que al ver allí a la humilde señora, le preguntó sonriendo:
-¿Cuál es el motivo de tu visita?- ¡He perdido a mi vaca! Y si no la encuentro quedaré en la mayor miseria. Contestó la mujer llorando.La princesa, para calmar el sufrimiento de la señora, le regaló una mazorca y un ladrillo de oro. Además, la consoló asegurándole que su querida vaquita estaba sana y salva.La mujer agradeció a la princesa y salió contenta con sus obsequios. Pero, cuando llegó a la puerta, se llevó una gran sorpresa al ver a su vaca de regreso. -¡Ahí está mi vaca! Gritó la mujer muy contenta.
Y fue así como la mujer y la vaquita regresaron a su casa luego de esa inolvidable aventura que quedó escondida en la Olla del Panecillo.
EL PERRO ENCADENADO
Este monstruo sobrenatural, no era mas que según la beatas de entonces, la encarnación del demonio, porque era un perro con cuernos y de sus ojos nacían ascuas que encandilaban en las tinieblas, y que dios había consentido que salieran del infierno, para ver asustados un tanto a frailes y “curuchupas”, que eran el azote de la incipiente sociedad cuencana; y que eran los transeúntes de las noches, en sus andanzas amorosas.
Este enorme animal, arrastraba una pesada cadena por los barrios por los que andaba y producía un gran estruendo que hacia temblar de los nervios a quienes lo escuchaban, de tiempo en tiempo emitía un sonido similar a la de un aullido, eran tan funestos que a veces coincidían con los graznidos de un búho.
Estos sonidos eran de mal augurio, sobre todo para los campesinos o indígenas, pues seguro quien los percibía estaba para morir muy pronto, por lo que un jocoso e ilustre bardo decía:
El búho grazno,
el perro aúlla,
el indio muere;
parece chanza
pero sucede…
Mariangula
En una ocasión la madre de Mariangula mandó a comprar tripas, pero como esta niña era muy inquieta se fue a jugar con sus amigos e hizo caso omiso al mandado de su madre y para colmo se gastó el dinero para la compra de las tripas.
La niña preocupada por lo sucedido se imaginaba que su madre le iba a pegar.
Entre la preocupación de la Mariangula que caminaba por las calles paso por el cementerio, y se le ocurrió la macabra idea de sacarle las tripas de uno de los muertos que recién lo habían enterrado las sacó y las llevo a su mamá para que las vendiera y en efecto logro su objetivo para no ser castigada, las tripas se vendieron muy bien cosa que a todo el que compraba le gusto y en algunos casos se repitieron.
Ya en horas de las noche, en casa donde vivía con su familia era una casa tradicional de dos pisos como las que hay en Quito colonial, Mariangula se acordaba de lo que había hecho. Cuando de repente escucho la puerta que se abrió fuertemente, ero lo trágico es que ella era la única que escuchaba aquellos ruidos y los demás seguían muy dormidos como si no pasaba nada, a pesar de los muchos ruidos que se escuchaba en la casa.
Cuando los ruidos era muy fuertes y se podían escuchar con claridad puso mucha atención que decían:" Marianguuula , dame mis tripas y mi pusún que te robaste de mi santa sepultura"
Aquella voz se escuchaba cada vez más cerca de su habitación y Mariangula se iba poniendo muy asustada ya que se escuchaba los pasos que subían por las escaleras y la voz se hacía más fuerte:"Marianguuula, dame mis tripas y mi pusún que me robaste de mi santa sepultura".
Ella se ponía pensaba sobre lo que hizo y como que podía hacer para salvarse y en especial qué es lo que le iban hacer estos seres. Cuando de repente encontró una navaja o cuchillo y se cortó su estómago. Cuando los seres entraron a la habitación de Mariangula estaba con sus tripas regadas en la cama muriéndose lentamente y estos seres desaparecieron.
Se dice que la madre de Mariangula vende ahora"carne en palito" en lugar de tripa mishqui el chuzo o palito le sirve a Mariangula para defenderse de los fantasmas.
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